lunes, 12 de septiembre de 2016

"Transformado" En Mi Salud Relacional (día 29)

»Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. Juan 15:5 NVI

La invitación de Jesús para permanecer en Él, es el corazón del Evangelio. Cómo una rama depende de la vid para dar fruto, así nosotros dependemos de Jesús para tener fruto en nuestras vidas.

Y es únicamente a través de una relación de intimidad permanente con Jesús en la que podemos esperar para dar el fruto del espíritu en nuestras relaciones con otros. 

Jesús presenta este punto enfáticamente cuando dice, "El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. "Nota lo fuerte del lenguaje. Si permanecemos en una relación de amor con Él, ¿produciremos "poco fruto"?, No, produciremos "mucho fruto". Floreceremos. 

Por otro lado, si no permanecemos en Él, ¿todavía podemos hacer "algo"? No, no podremos hacer "nada". De hecho, en el griego original este enunciado es doblemente negativo y se puede leer: "ustedes no pueden hacer nada, realmente nada". Jesús quiere asegurarse que entendemos fuerte y claro su punto. 

El único camino para tener fruto es permanecer en una relación con Jesús. Si queremos ser el tipo de persona que ama, que es paciente, que es amable, que es gentil, que tiene autocontrol, (Gálatas 5:22-23) es nuestra obligación permanecer en Él.

Dar fruto no es el resultado de lo que nos propongamos o de la determinación que tengamos. Es el resultado de permanecer en una relación dependiente de Jesús por el Espíritu Santo. El fruto del espíritu es exactamente eso, el fruto del Espíritu. Es el resultado del poder transformador de Dios, no nuestra fuerza de voluntad. Es producto por el Espíritu Santo quien ha hecho su hogar en nosotros

PARA MEDITAR: ¿Qué escuchaste?,  ¿Qué piensas?, ¿Qué vas a hacer? Ahora habla con Dios…

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